viernes, 31 de agosto de 2012

Dormir, tal vez soñar

"Sueña cuando acaba el día. Sueña y tus sueños podrían hacerse realidad. Las cosas nunca son tan malas como parecen. Así que sueña, sueña, sueña". Johnny Mercer (de 'Dream', canción popular de los años 40).

Vista la cita musical con la que comienza la novela 'Pastoral americana', me resultó sorprendente la pesimista lectura que realiza Roth de la familia: ese búnker envuelto en un velo de apariencias en el que casi todo el mundo (todavía) se tiende a refugiar, asumiendo cierta deriva hacia la mediocridad a cambio de cierta sensación de protección y paz, aunque sea un falsa.

Qué pocos renunciamos a las incoherencias. Qué sangrantes resultan nuestros autoengaños, el remordimiento por las mentiras que construimos para sobrevivir, que nos asaltan casi siempre de noche, al acostarnos. De eso habla Roth, a través de un tipo llamado Seymour Irving Levov, alias El Sueco.   

Lo que tiene el libro de desolador (o de cruda realidad, según como se mire) se compensa con la cita que precede a toda la historia. Hay que soñar para sobrellevar todo esto.


Bocados de realidad

Qué nostalgia desempolvar una vieja (¿?) película de 1994 y recordar cuando tenías 16 años y soñabas cómo serías a los 23, acompañada de Winona Ryder y Ethan Hawke. Me pregunto qué pensarán ellos cuando vuelvan a verse en 'Reality Bites'.

La gran lección de la peli: no hace falta más que un café y una buena conversación para encontrar un poco de eso que llaman felicidad. Y una comprobación: los pipiolos de 20 años desencantados y sin expectativas de entonces siguen estándolo, casi dos décadas después. Solo que ahora los desencantados son otros. Nuevos. Siempre hay recambio para esto de las penurias.

Y dicen que esta última crisis es de ¿cuándo? ¿de hace cuatro años?