lunes, 22 de julio de 2013

Robles de mierda

Un tipo al parecer bastante cretino ha pasado a engrosar las listas del paro por tirarse a la piscina de Twitter y llamar "catalanes de mierda" a los que pitaron el himno nacional de España durante la ceremonia de apertura de los Mundiales de Natación, celebrada en Barcelona este fin de semana.

Se entiende que su pecado ha sido insultar por elevación a todo el pueblo catalán. Le soliviantó este nuevo ejemplo de rebeldía de salón en forma de pitada y abucheo al que tanto acostumbramos en la periferia ibérica y se puso a darle a la tecla sin pensárselo dos veces. "No se merecen nada", sentenció, en la red del pajarito, el protagonista de esta historia.



Se le hinchó la vena digital y lo va a pagar caro, ya que le han dimitido como director adjunto de un ente crepuscular llamado Marca España. Mi opinión del tema la resume a la perfección un tuit de @JuanpaBizarre. "En España se destituyen a más políticos y cargos importantes por lo que escriben en Twitter que por lo que roban. Somos unos modernos".


La actitud del tal Juan Carlos Gafo es tan impropia como sangrante el hecho de que sea el único alto cargo que ha dimitido en las últimas semanas en las Españas.

Zona de bosque talada y 'honguizada' este invierno.
Pero yo voy a otra cosa. Mezclemos churras con merinas y hablemos de árboles. Será que soy de letras, pero en mi cabeza ronda desde hace un par de días una historia que a duras penas logro comprender. Va de una tala. Resulta que en uno de esos bosques idílicos de Navarra en el que un día rodaron le película 'Robin y Marian' (1976) decidieron, allá por otoño, comenzar a suprimir una serie de ejemplares de roble americano considerados perjudiciales para el desarrollo de la vegetación 'autóctona'.

El resultado es que en el paseo por el otrora frondoso robledal de Orgi el caminante encuentra ahora claros desolados, que no cuadran con la imagen que todos tenemos de este Sherwood foral por el que un día pusieron a trotar a Sean Connery y Audrey Hepburn. ¿Qué ha pasado? ¿Un incendio? ¿Una plaga?

No: un proyecto.

Se trata, informan los paneles explicativos distribuidos por la zona, de acabar con una "mancha de roble americano" que había en la zona para favorecer el roble autóctono, "verdadero protagonista de este bosque".

Brotes de roble americano que surgen, persistentes.
El plan de limpieza-extermino no acaba en la tala. Es concienzudo. De los que dan miedo a los no iniciados, a los urbanitas que carecemos de sensibilidad por la vegetación autóctona. Al parecer, el roble americano es poderoso e invasivo. La motosierra no es suficiente. En el suelo, quedan los tocones, en torno a los que crecen con fuerza nuevos brotes de roble imperialista. Así que hay que hacer algo más: inocular hongos saprófitos sobre el tocón y taparlos con tierra, para que devoren los restos del enemigo americano. Con suerte, aseguran los gestores del proyecto, la próxima primavera "fructificarán setas" y "algunas de ellas.... mmmmmmm ¡Nos las comeremos!" (sic).

De momento, la cosa está funcionando a medias: los brotes americanos persisten y los robles autóctonos replantados no acaban de arraigar, se han secado. Pero seguirán adelante, puliendo y mejorando tácticas.

No ha sido la primera tala ni la última. Habrá más. Y no sólo en Ultzama. Como digo, es un plan. Un plan que impresiona.

Lo leí, y aún no lo entiendo. Me lo explicaron, y seguí sin verle sentido. Así que este bosque estaba 'contaminado'...

No dudo de las buenas intenciones y de la sabiduría de los impulsores de esta iniciativa. Todos ellos, por lo que sé, naturistas convencidos y militantes, generosos y sensibles.

Supongo que me faltan datos sobre la agresividad invasora del roble americano, sobre su capacidad homicida sobre la flora y fauna local, sobre la debilidad de una vegetación autóctona que no puede permitirse la mezcla y el mestizaje si quiere sobrevivir.

No sé si quiero conocer esos datos. No sé si quiero comprender ciertas cosas. A veces, las palabras y las estadísticas pueden justificar muchas teorías de mierda.