jueves, 6 de junio de 2013

Aristotélicos contra platónicos

Captura clandestina -y lamentablemente borrosa- de un anciano leyendo 'Moral para Nicómano'. 

"Era tan lista que se quedó simple, la pobre. Para que veas cómo son las cosas".

¿Quieren una buena ración de hiperrealidad? Vayan a una residencia de ancianos y peguen la hebra. Les dirán barbaridades. Verdades como puños. Les relatarán tristuras.

Les contarán cómo a una chica sabia y adelantada a su tiempo le dio un telele y ahora la parálisis apenas le permite hablar. Cómo a Rita le abandonó Mario cuando empezó a quedarse ciega y allí está ella, en un asilo, mientras él ha aprovechado el tiempo y ya tiene nueva 'querida', a sus setenta y tantos. Cómo una pareja de la Montaña ha vendido la casa para acabar sus días entre las paredes pintadas de amarillo de una residencia con flores de plástico y olor a lejía y café con leche.

Alguno les revelará que sus compañeros -cinco, diez o quince años después de llegar allí-, todavía lloran de cuando en cuando sobre la almohada al verse aparcados en casa extraña. Si va más de un día, podrá comprobar cómo se acostumbra uno a vivir en un clima de desgracias propias y ajenas, con una sensación continua de catástrofe inminente. Un espacio en el que, como contrapartida, los momentos de risa, camaradería sobreentendida y ternura pueden llegar a generar un calambrazo más liberador que cinco tomas de la Bastilla. 

Se encontrarán con seres únicos. Verán escenas irrepetibles.

Ayer mismo, yo presencié un duelo al más alto nivel. Mientras la programación televisiva de media tarde mantenía su carraca de fondo, un señor leía, meditabundo, 'Moral para Nicómano', de Aristóteles. A su lado, una nonagenaria ojeaba por enésima vez un manoseado ejemplar de National Geographic, especial viajes. Otros abuelos se pasaban, cual mercancía clandestina introducida en el recinto por alguna 'nuera de', un número de la revista 'Lecturas' que anunciaba en portada que Sharon Stone había estado "deslumbrante en Cannes".

Aristotélicos contra platónicos. Gente que necesita ver para creer, frente a otros que sueñan con ver eso que seguro que hay -sostienen- más allá de las sombras de la caverna.

Me pregunto cuál de las tres lecturas debe de resultar más indescifrable pasados los 80.

Quizá la de la chica Stone, tan mezcla de Aristóteles y Platón, ella.



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