lunes, 3 de septiembre de 2012

Chinaski versus Caulfield


Ya antes de leer 'La senda del perdedor', me soprendía cómo la crítica occidental (o, al menos, la que yo conozco) proclamaba 'El guardián entre el centeno' como la gran novela sobre las penurias adolescentes del siglo XX. Pero, después de leer el descarnado autorretrato de juventud que realiza Bukowski me queda claro lo descafeinada (casi pija, si se me permite) que es la novela de J. D. Salinger.

Bukowski arrasa con sus palabras. Casi sentimos palpitar al protagonista de la novela y deseamos leer todo lo que devoraba en la biblioteca de su barrio para huir del mundo hostil que le rodea. Salinger deja más a la imaginación del lector, con un personaje más blando, insustancial, en comparación con el Henry Chinaski de Bukowski. Las comparaciones son odiosas.

Después de leer a Bukowski, apenas se entienden las penurias del adolescente de Salinger. ¿De qué podía quejarse Holden Caulfield, maldita sea?

Sospecho que la razón de que una novela haya primado sobre otra es que 'El guardián' se puede incluir sin problemas en las programaciones educativas de Secundaria -sacudimos la autoconciencia del adolescente, pero no mucho: al final el hijo pródigo vuelve a casa-; mientras que la segunda puede generar algún problemilla más -sobre todo, si el adolescente de turno se apasiona y decide sumergirse en el resto de la obra de Bukowski, asomándose al desencanto y la capacidad de autodestrucción del ser humano, lo que puede traer bastantes problemas en las reuniones con padres-.

En cualquier caso, una gran novela pendiente es una que haga coincidir los destinos de Chinaski y Caulfield. Me encantaría. Ya casi puedo imaginarla.

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