jueves, 1 de noviembre de 2012

No lo entenderás si no vas más despacio



No deja de llover ahí fuera. Buena tarde para revisitar 'Smoke' y adentrarme en el verano de 1990 que retrata la película de Wayne Wang, escrita por Paul Auster y estrenada en 1995. Una delicia asomarse a las historias 'corrientes' de una Nueva York corriente, todavía con las Torres Gemelas y su viejo tren elevado en marcha (todo un icono urbano que, como toda reliquia estadounidense, tiene una asociación de amigos dedicada a preservar su memoria).

 Lo que 'Smoke' subraya es precisamente lo extraordinario de los pequeños y grandes acontecimientos que pueblan ese día a día en apariencia corriente. Ese humo intangible que se escapa por encima de nuestras cabezas mientras vivimos. El tiempo.

Consciente de ello, Auggie (Harvey Keitel) ha asumido como si le fuera la vida en ello la responsabilidad de realizar día a día la crónica de su pequeño lugar en el mundo. Y así es como lleva acumuladas más de 4.000 fotos de la esquina donde se encuentra su negocio, un estanco en el que confluyen los protagonistas de la película. Así se lo explica a Paul Benjamin, un escritor que vive horas bajas tras publicar varios libros de éxito. Un diálogo de esos que merece la pena anotar en la libreta.

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Auggie (Harvey Keitel): No lo entenderás si no vas más despacio.
Paul Benjamin (William Hurt): ¿Qué quieres decir?
Auggie: Que vas muy deprisa, casi no miras las fotos.
Paul: Pero si todas son iguales.
Auggie: Todas son iguales, pero cada una es distinta de las otras. Tienes días nublados y días con sol. Tienes luz de verano y luz de otoño. Tienes días laborables y días festivos. Tienes gente con abrigo y botas de agua. Y tienes gente con camiseta y pantalón corto. A veces la misma gente, a veces otra diferente. A veces las personas diferentes se convierten en las mismas. Y las mismas, desaparecen. La tierra gira alrededor del sol y cada día su luz ilumina la tierra desde un ángulo distinto
Paul: Despacio, ¿no?
Auggie: Es lo que recomiendo. Así es como es. Mañana, mañana, mañana. El tiempo mantiene su ritmo.
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La amistad, el tiempo, la convivencia en sociedad, el valor de las mentiras piadosas, la necesidad de consuelo, de risas y secretos compartidos... Grandes temas los que tratan Wang y Auster en esta película que me ha encantado volver a ver.

Relevadora la manera que tiene la cinta de demostrar cómo esos pactos de no agresión y café para todos que son muchas veces las leyes que ponen orden en nuestras junglas urbanas -esas que supuestamente están pensadas para garantizar nuestra sacrosanta seguridad- empequeñecen hasta lo ridículo, pierden su sentido cuando lo que está en juego es un bien superior a esa seguridad que dicen proteger ante todo y sobre todo.

Hay alguna que otra curiosidad también, como la premonitoria referencia a Sadam Hussein, en una de las conversaciones que surgen entre la clientela del estanco de Auggie:
 
"- Os aseguro que va a haber otra guerra.
- ¡Está loco!
- Como no encuentren un enemigo pronto, los del Pentágono se quedarán sin trabajo. Ahí tienen a ese tal Sadam. Es perfecto. Ya veréis cómo le atacan con todo lo que tengan. Ya me lo diréis. "
 
Cuando se estrenó la película, en 1995, la Guerra del Golfo que invadió nuestras pantallas con imágenes de bombardeos nocturnos en negro y verde entre el verano 1990 y febrero de 1991 ya era toro pasado. Lo que entonces no sabíamos es que el 30 de julio de 2006 todo el mundo vería por televisión la ejecución de Hussein, tras ser condenado a la horca por el Alto Tribunal Penal iraquí.
 
Sólo una pincelada más, aún a riesgo de ganarme el abucheo por spoiler. Me encanta cómo la película une amistad y literatura, cómo muestra como un impulso íntimo y una necesidad de sentirnos acompañados nuestra necesidad de contar historias.
 
"- Auggie: Joder, si no puedes compartir un secreto con un amigo, ¿que clase de amigo eres?
- Paul Benjamin: Exacto. La vida no valdría la pena, ¿verdad?".

Es el diálogo que cierra el telón, tras la preciosa historia de Navidad que Auggie cede generosamente a Paul Benjamin, para que pueda tener a tiempo su entrega para el New York Times. Para quien quiera escucharla, aquí está.



 
 

 


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